
Aguardiente de Ojén Finca la Giralda. La recuperación de una receta legendaria
Todavía hoy hay quien se sorprende cuando busca en el diccionario de la RAE el nombre del pueblo de Ojén y se encuentra esta definición: «aguardiente preparado con anís y azúcar hasta la saturación». Pero, en este pueblo situado muy cerca de Marbella, pero dentro de la comarca montañosa de la Sierra de las Nieves, conocen muy bien la historia, casi legendaria, de esta singular bebida.
El aguardiente de Ojén fue un licor ingeniado por Pedro Morales, quien consiguió crear a mediados del siglo XIX una auténtica pasión por una fórmula única. Tanto fue así que se exportó a América, Picasso lo pintó en su cuadro Bodegón Español y Camilo José Cela y Rosalía de Castro lo incluyeron en algunas de sus obras literarias. Más aún, la maharaní de Kapurtala, Anita Delgado, lo llevó a extremo oriente.
En aquella época, en las barras de muchos bares españoles, se popularizó incluso la forma de pedirlo: Con un soniquete de siete golpes musicales se decía aquello de «una copita de Ojén».
Aunque el aguardiente comenzó a fabricarse en 1830, fue Pedro Morales desde 1853 el que dio el impulso definitivo a la producción de aguardiente. En 1876 «Pedro Morales y Compañía» se convierten en proveedor de la Casa Real.
En 1920, aún en pleno éxito, Andrés Morales vende la empresa de su padre. Con la muerte de Andrés Morales, hijo del creador de la marca, el licor de Ojén comenzó a decaer hasta desaparecer a mediados del pasado siglo. Nunca más se ha conseguido recuperar aquel aguardiente mítico, aunque en estos días sí se le está rindiendo un merecido homenaje.
Por una parte, acaba de salir al mercado un aguardiente de chumbo, elaborado en el propio municipio, que enlaza con la tradición del auténtico Ojén. De hecho, su etiqueta, su botella e incluso el afán por hacer un producto genuino y de calidad se corresponden plenamente con el aguardiente que en su día formuló Pedro Morales. En la Finca La Giralda, inició la andadura de este nuevo licor, Dominique Mertens, belga de nacimiento y ojeneta de corazón, que desgraciadamente no pudo ver finalizado uno de sus sueños, esta original bebida espirituosa hecha con el mismo cariño que ella depositó en su día en la acogedora villa de Ojén.
También el municipio de Ojén rinde cumplido homenaje al licor que inventó Pedro Morales con la inauguración de un Museo del Aguardiente donde se detalla la historia real y la leyenda que le acompaña entre rumores de fórmulas secretas.
Ahora, el Museo del Molino de Ojén ha cedido una de sus salas al aguardiente ojeneto con el objeto de dar valor a uno de los embajadores más representativos del municipio a lo largo de su historia. Este singular licor se elaboraba con uva de los Llanos de Puzla de Ojén, agua con propiedades medicinales, matalahúga y leña de enebro de las sierras cercanas.
El Museo del Aguardiente incluye una serie de paneles informativos con la historia del licor y su leyenda, con fotografías de etiquetas provenientes de todos los rincones del planeta, afiches, botellas antiguas, etc. Y con una de las pocas botellas que aún contiene el aguardiente de Ojén y que hasta el momento se ha conservado en el despacho de los diferentes alcalde del municipio, cediéndose el testigo de tan preciado licor, legislatura tras legislatura. Gran parte del material que se exhibe en el museo ha sido cedido por los vecinos de la villa.
La inauguración tuvo lugar el pasado 14 de febrero y se acompañó de un recorrido por el municipio que incluye una visita al cementerio municipal donde se encuentra el mausoleo de la familia de Pedro Morales. Con todo ello se rinde homenaje a una historia realmente apasionante que todavía sigue sorprendiendo a quien la conoce.