
Molino de Benagalbón. El último romántico de la almazara tradicional
Los tiempos cambian, pero el Molino de Benagalbón se resiste a que esto suponga una merma de la calidad del aceite de oliva que allí se elabora desde hace décadas. Tres generaciones de verdaderos románticos de la tradición olivarera son motivos suficientes. Hoy en día a Nacho Pérez, el último de la saga familiar, le ha tocado apostar por una labor que tiene más de devoción que de negocio. Como antaño, allí se elabora el auténtico oro líquido mediante el sistema tradicional de piedras y prensas. De hecho, es uno de los pocos molinos del país que funcionan con arranque manuales.
En el centro de Bengalbón, núcleo de Rincón de la Victoria, se mantienen vivos los métodos que se utilizaban hace décadas. Y el resultado es un excelente aceite de oliva virgen extra (de las variedades verdial y lechín). Además, son aceitunas exentas de fertilizantes, fitosanitarios y otros productos químicos, lo que, junto a su proceso tradicional de elaboración, hace posible que se puedan saborear todavía hoy aceites como los de antes.
Algunos privilegiados han tenido en alguna ocasión la oportunidad de comprobarlo. Son aquellos que se han acercado para comprar y disfrutar no sólo del sabor del aceite sino también de todo el espectáculo que supone ver in situ el funcionamiento de este sistema artesanal (molienda, batido, prensado y decantación). En definitiva, se trata de una apuesta por la cultura del aceite que es muy necesaria en estos tiempos y que es de agradecer a Nacho Pérez, que mantiene viva la pasión de su padre y de su abuelo.

El aceite de oliva virgen extra del Molino de Benagalbón se distribuye sin filtrar, manteniendo toda su esencia.
Y el resultado de esa pasión y ese mimo al producto es un aceite de oliva virgen extra en dos modalidades, o molido por las piedras o extraído tras el prensado en capachos. El primero sale en una edición muy limtada, como Flor del Aceite, una esquisitez y un homenaje a la historia, que a esta altura del año ya se ha agotado. El segundo es el aceite de oliva virgen extra sin filtrar que cada año se vende y distribuye por distintos puntos de la geografía nacional como lo que es, una verdadera pieza de colección, única y genuina de la cultura del aceite.
Imaginan por un segudo poder tomar el aceite de oliva tal y como se hacía hace algunas décadas. Pues así lo catan a diario muchos de los fieles clientes de Nacho Pérez, que vende sus productos allí mismo u on line, a través de La Alacena de Málaga.
Merece la pena, eso sí, acercarse alguna vez por esa acogedora villa axárquica que es Benagalbón. Sus calles adornadas de floridas macetas, sus establecimientos de restauración o el sosiego que se vive en sus rincones invitan a no sólo ir a la almazara de Nacho sino también a pasear y tapear en este pueblo adscrito a Rincón de la Victoria. En pocos minutos, se puede ir desde la urbanizada Málaga hasta este verdadero museo vivo del aceite de oliva.